MUJERES ADMIRABLES. Versos a lo vivo.
INTRODUCCIÓN A VERSOS A LO VIVO
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La poesía debe tener
el sabor de lo universal y el reclamo de lo más valioso de este mundo. Mucha
hojarasca y sombras hay en nuestro entorno, pero en medio de la noche hay que
buscar la luz, los hombres y mujeres más nobles de la humanidad. Ellos
entresacan de la vida lo mejor, la verdadera esencia, y descubren que la vida
ha sido dada para ser vivida, para ser entregada y para ser donada.
VERSOS A LO VIVO es un elogio a los que han hecho de su vida
un eterno poemario, un reclamo de lo mejor de esos hombres y mujeres que fueron
y son llamas para el mundo. Sin ellos la historia carece de esperanza y se
convierte en una "carnicería" sin más motor que la ley del más
fuerte.
VERSOS A LO VIVO
pide a los jóvenes un nuevo ardor para ser portadores de poesía y un reclamo
para las nuevas generaciones del espíritu que aquellos hombres y mujeres
llevaron dentro.
MUJERES ADMIRABLES. Versos a lo vivo.
A todas las mujeres,
fundamentalmente a las que luchan
por ni un mundo más humano,
cimentado en los derechos humanos.
Mujeres del mundo,...
mujeres del campo, de la ciudad y la montaña;
mujeres de poblados, de los rascacielos y las selvas;
mujeres de aquí, o de allá, ¡qué más da eso!,
arrinconad el miedo, que paraliza vuestros pechos,
y dad a mamar, de vuestro propio alimento, libertad.
mujeres del campo, de la ciudad y la montaña;
mujeres de poblados, de los rascacielos y las selvas;
mujeres de aquí, o de allá, ¡qué más da eso!,
arrinconad el miedo, que paraliza vuestros pechos,
y dad a mamar, de vuestro propio alimento, libertad.
¡Sí, no tembléis, esperanza de este mundo,
tan poco dado a querer, tan poco dado a cantar,
tan poco dado a contagiar, tan poco dado a sonreír!
¡Sí, no abandonéis la lucha, que el mundo vive la noche,
la noche más atroz, la noche más negra, la noche más larga,
una noche como un túnel, como un túnel con algunas luces,
pero al final cansado, de difícil salida, de escaso oxígeno!
Mujeres del sueño,
mujeres de los pobres, de los satisfechos y los tristes;
mujeres de los hijos, de los maridos y los padres;
mujeres sin títulos, sin reconocimiento, ¡qué más da eso!,
gritad vuestros derechos, que están sembrados en el huerto
y desterrad, por momentos, la invasión de verdugos a sueldo.
¡Sí, no calléis, alegría de los pueblos,
tan poco dados a valorar, tan poco dados a besar,
tan poco dados a iluminar, tan poco dados a liberar!
¡Sí, no desesperéis ahora, que la batalla está casi vencida,
casi a la vuelta de la esquina, a la vuelta del milenio,
a la vuelta de la vereda, como un difícil alumbramiento!
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